Austerimiento para Merkollande

Publicado el 9 de mayo de 2012

 Ya tenemos fecha para la nueva Cumbre europea sobre el crecimiento, el 23 de mayo, y ya ha comenzado la negociación. Merkel ha dicho que el Pacto fiscal es innegociable y Hollande ha empujado a la Comisión Europea a proponer cosas parecidas a las que él mismo ha defendido en su campaña, como los project bonds (una especie de eurobonos para financiar proyectos de inversión a escala europea sin que computen en las cifras de déficit).

 

La primera cuestión importante no es si Europa va a incluir en sus declaraciones la apuesta simultánea por la austeridad y el crecimiento, sino qué orden le va a dar. Para Merkel y sus seguidores, la austeridad es la premisa del crecimiento porque, según ellos, los recortes del déficit generan confianza en los mercados financieros y así aumenta la inversión privada que luego deviene en actividad económica y empleo.

Para Hollande y los suyos, la lógica es la inversa: es el crecimiento el que permite estimular el empleo y generar los ingresos fiscales que a su vez son fundamentales para reducir los déficits y las deudas acumuladas. Como ven, es como la cuestión del huevo y la gallina, que depende de quién lo mire, pero la verdad es que el caso de las cuentas públicas tanto el numerador como el denominador son las dos partes inseparables de cualquier cociente numérico.

 

Dado que el pacto fiscal se firmó en el pasado Consejo europeo y que está ya en proceso de ratificación, creo que Merkel se hará fuerte en su posición y Hollande no logrará mucho más que añadir un plan adicional o algún tipo de enmienda, pero ni de lejos modificará ese tratado como sugirió al principio de su campaña. En ese sentido, Europa evolucionará (como ya viene haciendo desde hace unas semanas) hacia un discurso híbrido en torno al “austerimiento” (o austeridad con crecimiento), pero no dará el salto hacia el orden contrario.

La segunda cuestión importante es qué tipo de instrumentos tendrá cada cual en la cabeza a la hora de hablar de crecimiento en esa cumbre. Para la ortodoxia alemana (y también de la Comisión y el BCE) lo único que merece la pena es impulsar el crecimiento a medio plazo por el lado de la oferta: para ellos, habría que continuar con reformas estructurales de los mercados de bienes y servicios y sobre todo del mercado de trabajo, lo que a su vez supondría también ganancias de competitividad internacional que expandirían la demanda externa vía exportaciones, mientras la demanda interna (el consumo de las familias, la inversión y el gasto público) permanecen bajo control. Según esta lógica, lo que podemos esperar de la posición alemana para la cumbre de mayo son propuestas para mejorar el mercado de servicios, para rebajar la presión fiscal sobre el factor trabajo, para darle movilidad, así como alguna inversión para impulsar el I+D comunitario y también para mejorar las interconexiones energéticas.

 

En el caso de Hollande y la coalición de países afectados por los recortes (entre los que podríamos encontrar a Rajoy de forma sorprendente), la apuesta de cara a la cumbre del 23 de mayo será por un crecimiento a corto plazo, ese que surge de expandir la demanda interna, con medidas que aumenten el gasto público agregado, la actividad de las pymes y el consumo de las familias. En este paquete entraría el cambio en el ritmo de reducción de déficits (para que el consumo público no se deprima más de la cuenta), la ampliación del presupuesto comunitario (con nuevos recursos mediante impuestos a las transacciones financieras y/o project bonds) y un intenso programa de obras públicas europeas con impacto nacional en las zonas más castigadas por la crisis. También habría probablemente una parte dedicada a financiar nuevas políticas de reciclaje y activación de trabajadores en los sectores destacados como prioritarios por la Estrategia 2020.

 

Con estos dos enfoques llegaremos a la cumbre y saldrá un acuerdo intermedio, aunque no creo que sea muy ambicioso. Lo que realmente sería una sorpresa es que alguien pusiera encima de la mesa que quien tiene que hacer más por estimular la economía europea es Alemania. Es Merkel, por el superávit comercial que tiene su país y el ahorro acumulado, quien debería poner en marcha medidas de aumento del gasto público y privado alemán. Y si no desea hacerlo por cuestiones de política interna, Alemania debería financiar la mayor parte de las iniciativas europeas que se vayan a plantear en esa cumbre (lo que sólo ocurrirá si se vinculan a las próximas perspectivas financieras). De lo que se trata es de equilibrar una Europa que está desequilibrada, con toda la periferia en recesión, y una Alemania en buena situación que se financia gratis en los mercados por los problemas de deuda del resto. Todo el mundo habla de esto en círculos europeos, pero veremos si Hollande se lo plantea claramente a Merkel. Si fuera así, entonces el tándem tendría que invertir el orden de los nombres, aunque se convirtiera en una pareja de mote impronunciable. El resultado lo veremos en 2 semanas.