La triple vía de la nueva socialdemocracia

Publicado en El Mundo el 29 de Octubre de 2011

Hace dos años aproximadamente co-escribí un artículo en este mismo diario titulado “Más allá de la Tercera Vía”. Aquel artículo señalaba tres errores fundamentales: la Tercera Vía no supo definir bien qué sociedad quería, no desarrolló herramientas políticas propias y diferentes a las de la izquierda y la derecha tradicionales para alcanzar sus objetivos, y fue excesivamente inocente sobre los beneficios de la globalización.

 

La semana pasada se celebró en Madrid la III Conferencia de Progreso Global, una iniciativa impulsada por la Fundación Ideas y el Center for American Progress en la que participan expertos y líderes como Bill Clinton, Lula da Silva, Gordon Brown, Rubalcaba o Francois Hollande, entre muchos otros de primer nivel).

 

En términos ideológicos he de decir que tras dos años, algunas de las debilidades de la Tercera Via empiezan a solucionarse. En primer lugar, ha quedado claro que los progresistas actuales aspiran a una sociedad próspera y sostenible, donde el bienestar no sólo sea el resultado de la cantidad de productos que producimos y consumimos, sino de la calidad de los mismos y del entorno social y medioambiental donde vivimos.

 

En eso, la diferencia con la derecha es ahora más clara que en los años noventa. En segundo lugar, la discusión sobre los instrumentos todavía promete ser larga porque no hay coincidencia sobre el grado de intensidad y de rapidez con la que debe transitarse hacia una economía baja en carbono, ni hay una única visión sobre el grado de activismo público que debe adoptarse para impulsar los sectores y las industrias del futuro. Sí parece claro que el estado de bienestar deberá seguir transformándose para que combine mejor los mecanismos de protección y de activación que se necesitan para la salida de la crisis; esta es un área donde también hay diferencias claras con la derecha que pretende sencillamente terminar con el sistema de bienestar en su conjunto. Y, en tercer y último lugar, la inocencia con respecto a las bondades de la globalización se ha tornado en un activismo creciente a favor de una nueva gobernanza mundial del proceso que devuelva el control del mismo a la política.

 

Asimismo, parece que los principios sobre los que se empieza a reconstruir el nuevo proyecto socialdemócrata se articulan en torno a una versión renovada de los ya enunciados por los revolucionarios ilustrados: igualdad, libertad y fraternidad. La traslación política de esos principios al momento actual sería la siguiente: oportunidad, responsabilidad y comunidad. Estos tres principios ya formaron parte de la Declaración de Nueva Orleans (1990) con la que Bill Clinton presentó su nuevo proyecto para los demócratas, en lo que supuso el comienzo de la Tercera Vía. Hoy, más de dos décadas después, parece que la versión actualizada de los mismos principios podría constituirse en el triple motor del socialismo del futuro a escala internacional.

 

En suma, creo que la agenda socialdemócrata del futuro comienza a abrirse paso. Esa será una agenda donde las políticas de protección estén integradas por políticas de activación constante y nuevas oportunidades, donde los derechos estén combinados con responsabilidades (individuales y empresariales) para contribuir a la construcción de un espacio compartido; y donde la solidaridad no sólo encuentre su motivación en la pertenencia a una misma clase social, sino en la empatía más básica entre seres humanos de cualquier parte del mundo. Si esta es finalmente la agenda que se abre paso, será una agenda mayoritaria, sin ninguna duda.